MARIDAJES

El Maridaje un termino muy empleado en gastronomía. Poco entendido y en franco retroceso.
Para tratar de explicarlo empezare poniendo unos ejemplos. Imaginémonos una obra literaria, leída toda ella con la misma cadencia de voz, seria soporífera. Qué es lo que le confiere gracia, la métrica y los cambios de entonación del que la interpreta.
Una pieza musical que se asemeje al zumbido de un abejaruco, se volvería somnolienta. La cadencia de graves y agudos, es lo que nos permite estar ávidos hasta alcanzar un clímax.
Pues a tenor de lo expuesto, si empleamos Maridaje con unión estable. Sabemos que será aburrida, y su duración corta.
Para encontrar el verdadero sentido, cuando hablemos de platos y bebidas. La dividiremos en tres sufijos: Mar, ida, aje.
Mar: como concepto de masa de agua. Un todo.
Ida: expresa movimiento, que tiene su opuesto en la Vuelta. Las mareas.
Aje: aplicado al oleaje, que son idas y venidas de agua en movimiento.
Cuando hablemos de Maridajes. El mar, serian los alimentos y las bebidas. La ida seria las veces que tomamos una porción de comida o que bebemos. Y el ole-aje correspondería a lo que permite, que una vez destaque el ingrediente sólido y otras la parte liquida.
Haciendo que de principio a fin tengamos el interés de lo degustado y nuestras papilas en estado de alerta, para cuando se de el momento sublime de la afinidad. Instante en el que ninguno de los dos actores se notan disonantes, sino que se equilibran, haciendo inolvidable la experiencia. Y predisponiéndonos a repetir la misma.
Quien no probo Langostinos con Manzanilla de Sanlucar, Olivas cordobesas y frutos secos con una Pilsner, Coca de anchoas con Single Malt, o un crujiente Hojaldre de albaricoques con un vino dulce del Loira.
Que tengamos que emplear este término con asiduidad.