domingo, 11 de mayo de 2008

EL DAÑO DE LA FAMA


Desde que estuvimos en el Restaurante, he dejado que pasaran unas semanas, para hacer el comentario más reposado. Entiendo que días malos tenemos todos. Pero lo que nos sucedió, en un sitio con fama como éste, cuesta entender.
Conocíamos a Ruth de anteriores trabajos en Madrid, así que la saludamos y su reacción fue fría y distante. Al entrar en la sala daba la sensación de que nuestra reserva no figuraba. Había dos mesas más una con los socios de una tienda de decoración importante y en la otra, entre los comensales estaba un critico gastronómico. Nuestra intención era pedir el menú con vinos por copas, pero pronto desistimos. Llego la hora de pedir y tuvimos dificultad para encargar ciertos platos, lo que propicio un tira y afloja con Ruth, que no entendíamos la negativa a traernos lo que pedíamos, se nos dieron varias y diferentes razones. Finalmente todo lo que pudimos comer era muy normalito, una par de platos llegaron fríos. Y sorprendentemente al mirar hacia las otras mesas vimos que todos estábamos comiendo los mismos platos. Después de los postres, apareció en la mesa un cocinero que no se presento (después supimos que era el jefe de cocina, y marido de Ruth), al cual pedimos explicación de todo lo sucedido y nos contó que estaban cortos de personal. Bueno la experiencia cara, poco agradable y para no repetir. Sentimos tener que decir esto, nos gustaría hacer otro comentario, pero desafortunadamente esto es lo que nos sucedió. Y eso que el paso de los días hace que los comentarios sean más cortos y suaves.

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